Una
abertura a una época pasada, casi remota pero tan conexa con los
años que vendrán. El fin de un mundo, aquel de la pequeña
nobleza rusa antes del abismo de la revolucion socialista.
Cuando
leimos el título y entendimos el tema, el libro de Carlo Silvano nos
pareció seguir el hilo de
la leyenda negra del comunismo, la que en la otra parte del telón de
hierro, a tuertas o a derechas, consideraba el bolchevismo
como el mal absoluto.
Pero,
leyendo toda la novela, nos hemos dado cuenta de que el libro de
nuestro conterráneo y véneto de adopción, tenía una mirada más
amplia y elevada de la apología de un régimen más que de otro. Su
intención nos parece guiarnos en un viaje al abismo de la aberración
humana, aquella que empuja a cometer las acciónes más bajas y
crueles para sobrevivir;
aquella violencia que trasborda y va más allá de nuestras mejores
intenciones y arrastra todo y a todos de manera indiscriminada, hasta
que el dolor
por el sufrimiento padecido no sea definitivamente apagado, y por
eso, nada es más contemporáneo que esta novela.
O,
de todas formas no; esta habrá sido una interpretación más de las
que se darán a una novela, pero va a ser nuestra visión de las
cosas, a través de la visión de otra persona; pero así está bien,
porque tal vez, lo hermoso de la lectura sea justo eso, lo de vivirla
así, sin imágenes que no sean las que nuestra fantasía elabora y
envía al infinito, como la
obra de un fractal, el mensaje de un hombre a los otros hombres.
En
pocas palabras, la historia es aquella de un boyardo en la víspera
de la revolución de octubre, su vida simple y solitaria, dedicada al
trabajo
y
al ahorro en su finca del campo; una vida rodeada por sus siervos,
hombres sometidos a su deseo, hombres
inexistentes,
criaturas indispensables para su vida y para su enriquecimiento. Ivan
Vasil’evic Nikonov, el boyardo, es un hombre sensible a la llamada
de la naturaleza, un hombre de ideas sencillas y genuinas y que no es
capaz de ver en su prójimo, al hombre que lo sirve
y que luego se sublevará contra él al estallar la revolución, un
ser digno
de derechos y con el único deber de trabajar para él, porque
siempre ha sido así.
La
alternancia de la imagen cautivadora del personaje con aquella de su
despreciable apego al mundo de los privilegios que lo sustentaban es,
a nuestro parecer, el verdadero hilo que rige la trama del libro, así
como el contraste de los matices, y la falta de univocidad del bien y
del mal; en otras palabras, la historia de los hombres. ¡Buena
lectura! (Ciro Teodonno)
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